sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Qué informática debería enseñarse a un chico de secundaria?


Hemos comentado varias veces en esta columna que la asignatura de Tecnología está absolutamente mal planteada en los planes de estudio de secundaria.
En primer lugar está plagada de contenidos, que llegan al detalle en temas colaterales (por ejemplo máquinas neumáticas, o tipos de plásticos) y parecen olvidar lo esencial: que la tecnología y la ingeniería son disciplinas creativas que transforman el mundo.
En segundo lugar, la imparte un profesorado que en muchos casos no tiene demasiado interés en la materia (ojo, que también los hay excelentes, como en cualquier centro docente). El motivo de esto es variado: se considera una asignatura menos importante que las Matemáticas o la Física, muchos de sus profesores no cursaron estudios de ingeniería, sino de ciencias, y no son capaces de motivar al estudiante porque se deja de lado la faceta creativa de la tecnología, transmitiendo una visión memorística y rígida del proceso tecnológico. No se trata de entender el mundo, sino de modificarlo.
En tercer lugar, está más bien centrada en tecnologías tradicionales, ignorando que seguramente a día de hoy un porcentaje muy elevado de la asignatura de Tecnología debería estar dedicado a la Informática, porque es la disciplina tecnológica que más incide en nuestras vidas, cuenta con una enorme capacidad tractora de la sociedad y evoluciona a velocidad vertiginosa. Piensen en cuántos de los alumnos de una clase de secundaria terminarán trabajando más o menos directamente en el sector informático.
Pero, ¿qué debería enseñarse a los chicos de secundaria sobre informática? Un enorme error en el que han caído mucho centros es en enseñar ofimática, seguramente porque para las personas de otras generaciones la ofimática era algo que entrañaba alguna dificultad. Actualmente la ofimática se aprende de modo transversal, mientras se realizan trabajos para otras asignaturas, y los alumnos de secundaria (incluso los de primaria) se manejan bastante bien.
Para bien o para mal, el mundo anglosajón es el líder absoluto en desarrollo informático (para ellos Computer Science, aunque hay otras disciplinas relacionadas), así que ¿por qué no mirar qué están haciendo ellos?
Resulta que desde el año 2006 la Association for Computing Machinery (ACM), a través de su “Computer Science Teachers Association”, tiene bien definido lo que los estudiantes de primaria y secundaria deberían aprender, y además sus informes no son una foto fija, sino que son revisados periódicamente a medida que la Ciencia de la Computación avanza. Se denomina “CSTA K–12 Computer Science Standards” y es un extenso documento que centra los objetivos docentes de la enseñanza de la informática en toda la educación previa a la universitaria. Pueden consultarlo aquí.
El documento parte de la defensa de la informática como disciplina formativa general, es decir, como transmisora de valores y competencias que van mucho más allá de la tecnología, tales como la resolución de problemas o la colaboración, por citar algunos ejemplos.
También se explica que para el profesorado de secundaria, quizá la mayor fuente de confusión es que hay tres áreas principales de educación en informática:
Tecnología educativa:
  • Utilización de la informática para otras disciplinas educativas, es decir, ofimática, blogs, recursos educativos tipo moodle, etc.
Tecnología de la Información, que se ocupa de:
  • Instalar, mantener y personalizar software.
  • Gestionar datos en mundos físicos y virtuales y ser consciente de nivel de seguridad.
  • Gestionar sistemas de comunicación.
  • Diseñar, implementar y gestionar recursos web.
  • Desarrollar y gestionar recursos multimedia y otros contenidos digitales.
Ciencias de la computación, que se ocupa de:
  • Diseñar e implementar software
  • Desarrollar modos efectivos de resolución de problemas
  • Descubrir nuevas aplicaciones de los ordenadores
Algunos ejemplos de las cosas sobre las que deberían pensar los estudiantes de secundaria:
  • Encontrar el camino de salida de un laberinto.
  • Cómo un perro captura una pelota en el aire.
  • Cómo llegar a casa desde el instituto.
  • Cómo ordenar una lista de palabras por orden alfabético de la mejor manera posible.
No se trata tanto de enseñar lenguajes de programación (aunque ¿por qué no?), sino de enfrentar al estudiante a un modo de pensamiento computacional, es decir, a tareas que se resuelven desarrollando un algoritmo.
Son sólo algunos ejemplos, que quizá pueden completarse con el desarrollo de pequeños programas, en scratch o en python.
Por otro lado, es importante que los estudiantes comprendan los aspectos fundamentales del funcionamiento de un ordenador: qué es un sistema operativo, qué es realmente un programa y cómo realiza sus tareas, cómo funciona la Web, etc.
Por supuesto el nivel al que se refiere ACM es inabordable en nuestro país –habría que asignar a la Informática un número de horas lectivas mayor que el que tienen las Matemáticas–, ya que no se conforman con enseñar programación básica. Fíjense como ejemplo que uno de los objetivos del curriculum de secundaria de esta organización es “Utilizar Application Program Interfaces (APIs) y bibliotecas de código para facilitar la programación de soluciones”. Ahí es nada.
No es casualidad que el gobierno británico decidiera en febrero de 2013 integrar en sus planes de estudio de secundaria la Computer Science como una disciplina básica, al mismo nivel de importancia que la Física y las Matemáticas.
Nuestro sistema educativo debería replantearse la importancia de la Informática en sus niveles básicos, de lo contrario corremos el riesgo de hacer verdad la frase de Arthur C. Clarke: “toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/9/2013.

Facundo Cabral

Hace 25 años mi tío Paco me comentó que Facundo Cabral había sido asesinado mientras iba montado en un burro. Me llevé una enorme sorpresa unos 10 años después cuando vi carteles por Madrid que anunciaban una actuación de la supuesta víctima, así que investigué un poco y llegué a la conclusión de que mi tío confundió a Facundo Cabral con Jorge Cafrune, que fue atropellado por una camioneta mientras montaba a caballo; algunos defienden que el atropello fue intencionado, aunque los hechos nunca llegaron a esclarecerse del todo.
Jorge Cafrune no fue un cantor especialmente político, aunque se dice que debido a su popularidad llegó a tener una gran poder que inspiraba temor a los militares de la dictadura de Videla.
A pesar de que pocas veces cantó canciones de corte político, cuando lo hizo llegó tan hondo que uno puede imaginar el miedo de los militares de la dictadura. Para muestra oigan esto:
Lo sorprendente de la historia que me contó mi tío es que Facundo Cabral murió asesinado finalmente 25 años después.
Cuesta creer que nadie quisiera muerto a Cabral en 2011: filósofo, hippie, apátrida, hacía honor a su tema más conocido: “no soy de aquí ni soy de allá”, vivía allí donde lo llevaban sus conciertos y su canto, curiosamente, era demasiado filosófico como para ser considerado político:
“Si yo golpeo a tu puerta
no te vas a confundir:
no es para entrar que golpeo,
golpeo para salir.”
Lo más peculiar de Facundo Cabral no eran sus canciones, que acompañaba con una exquisita guitarra, sino sus presentaciones versificadas, en las que contaba auténticas historias alegóricas y que en ocasiones llegaban a ser más extensas que el propio tema que presentaban. Aquí les dejo su tema más famoso, que sirve de ejemplo de sus largas peroratas como prolegómeno a la canción:

Tuvo una infancia durísima: su padre abandonó a la familia antes de que él naciera, se fugó de casa a los nueve años, se hizo alcohólico, fue cárcel con tan sólo catorce años, y allí un sacerdote jesuita le enseñó a leer y escribir y lo acercó a la literatura. Después aprendió a tocar la guitarra y comenzó a tocar en hoteles. Saltó a la fama en 1970 con “no soy de aquí, ni soy de allá”. En 1977 perdió a su mujer y a su hija en un accidente aéreo. Tuvo un cáncer del que se recuperó. Más tarde comenzó perder la vista, y en 1996 tuvo que ser operado de una obstrucción en la carótida. Por esa época comentó en una entrevista “fui mudo hasta los nueve años, analfabeto hasta los catorce, enviudé trágicamente a los cuarenta y conocí a mi padre a los cuarenta y seis”.
Pero a pesar de todo siguió cantando, transmitiendo una filosofía vital y positiva. Fue nombrado Mensajero Mundial de la Paz por la UNESCO en 1996. Cantó como pensó, vivió como cantó, y estuvo en el lugar equivocado en el momento indebido. Una pena que un ajuste de cuentas de la mafia guatemalteca nos dejara sin su voz el 9 de julio de 2011, e hiciera real al cabo de veinticinco años la historia de mi tío Paco.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/7/2013.

Los españoles y las empresas


Siempre me ha llamado la atención lo mal visto que está en España ser empresario. Para muchos, los empresarios son poco menos que la encarnación del mal, explotadores, usureros, egoístas, déspotas. Pero yo, cuando pienso en empresarios, pienso en el dueño del bar de la esquina, en el de la papelería del barrio, en estudiantes que intentan desarrollar una idea original casi sin haberse planteado un modelo de negocio.
Es obvio que la sentencia contraria (el empresario es una persona buena que busca el bien social) tampoco se cumple: hay empresas horrendas que justamente tienen como objetivo ganar lo máximo gastando lo mínimo, como sucede, por ejemplo, en las empresas que mis alumnos denominan “las cárnicas”, y que en el sector informático suelen conocerse como “las consultoras”, no sé ya cuál es el eufemismo y cuál la palabra correcta. Y mis alumnos las llaman las cárnicas porque para estas empresas un ingeniero es idéntico a otro ingeniero, un programador es idéntico a otro programador. Se venden al peso, como la carne. Suelen vestirlos de traje, darles un pátina de lo que ellos denominan “formación” y enviarlos a otra empresa a “prestar sus servicios”. Por estos servicios cobran a la otra empresa del orden de cinco veces lo que se gastan en el empleado.
Desgraciadamente en España hay varias de éstas. Y así nos va.
Decía Carlos Cano en las murgas de Emilio el Moro, “Colócanos, cólocanos, ay por tu padre colócanos”, y también algo de eso hay. La posición del asalariado puede ser desgraciada en muchos casos, pero también es cómoda. Especialmente en un país donde la presión fiscal es devastadora.
Pero hay otro modo de entender el emprendimiento. Yo siempre lo imagino partiendo de un grupo de alumnos que deciden desarrollar una idea, más o menos original (no hay nada nuevo bajo el sol, o casi nada), más o menos factible, más o menos realista. En informática es el único modo de romper el círculo: si las empresas que hay no nos gustan, creemos otras.
Quizá por eso me he embarcado en el programa Talentum, creado inicialmente por Telefónica y al que acaba de sumarse Ericsson, que concede becas a estudiantes para que desarrollen su propia idea (sin apropiarse de ella, ojo) o para que ayuden a desarrollar las ideas de otras empresas jóvenes. Un modelo bastante norteamericano, desarrollado por Javier Santiso, que de entrada se encuentra con todos los impedimentos burocráticos de las estructuras de nuestro país, pero que a pesar de todo parece ir ganando terreno.
Al final, como siempre, lo que tenemos es un problema de maniqueísmo y demagogia política. Si el empresario es malo y el trabajador bueno o el trabajador malo y el empresario bueno se ha venido explotando por la izquierda y la derecha española durante demasiados años. Pero, como cualquier maniqueísmo, es completamente falso.
Yo creo que, independientemente de si son empresarios o asalariados, hay personas constructivas y personas destructivas. Y lamentablemente las destructivas tienen ventaja, porque en unos meses puede destruirse algo que llevó años construir. A falta de un sistema político y social que favorezca lo constructivo, necesitamos diez constructivos por cada destructivo para compensar su capacidad corrosiva.
Y se tardarán décadas en crear este sistema político y social, incluso si hay voluntad de hacerlo.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/6/2013.

El universo de Elohim

En su cumpleaños regalamos a Elohim un universo.
Es un juguete antiguo y modesto, pero tiene todo el sabor de la tradición de nuestra raza.
El juego es bien conocido: se ajustan unos parámetros, se lanza el universo y se obtiene un objeto en cuatro dimensiones que representa el resultado de esos parámetros según las reglas de desarrollo elegidas. Ese objeto puede ser enmarcado y colgarse en nuestro mundo de once dimensiones para ser contemplado y analizado.
Es por así decirlo un objeto tetradimensional decorativo, análogo a un conjunto híbrido Julia/Mandelbrot, por ejemplo.
Según los parámetros de partida elegidos, el resultado puede ser hermoso, aburrido o un mero caos de formas sin sentido. Todo esto se conoce hace mucho.
Pero Elohim es un chico inquieto, y de algún modo ha dado con una región en el espacio de parámetros que produce resultados peculiares y asombrosos. Él lo ha llamado “vida”.
Por explicarlo de algún modo, es algo que provoca una auto-modificación del tejido del universo y genera formas fascinantes, simetrías especulares que se resisten a la entropía, consiguiendo cotas de belleza desconocidas en nuestro mundo.
Ahora todos los chicos quieren un universo, a pesar de ser un juguete arcano.
Para algunos valores de los parámetros de entrada, Elohim consigue lo que ha denominado “vida inteligente”, lo que viene a significar que algunos grupos –muy pocos– de las partículas de esos universos parecen tener capacidad de comprensión, limitadísima, eso sí, de su entorno cercano.
Elohim trabaja en la interpretación de esa limitada comprensión de la “vida inteligente”, y ya ha entendido hasta cierto punto la perplejidad de esos grupos de partículas, a los que llama “seres”. Ha descifrado cómo algunos de ellos parecen entender que están dentro de un universo de cuatro dimensiones inserto en uno de once, y el limitado conocimiento que tienen los “seres” acerca del valor de los parámetros que él mismo ha ajustado. Se asombran de que esos parámetros sean los que son, teniendo tan estrecho margen de posibilidades para permitir que ellos estén allí –lo llaman principio antrópico–, y Elohim es consciente de que a algunos les fascina y horroriza a partes iguales esa máquina descomunal sin finalidad ni sentido en la que están inmersos.
Y de que piensan que sería mucho más comprensible si esa máquina descomunal fuera “el juguete” de alguien.
Vaya si es listo nuestro chico.
Conjunto de Mandelbrot

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/5/2013.

Nacido de hombre


Mis primeros recuerdos son de la infancia. Luces, sonidos que no sabía interpretar, aunque comprendía que llevaban un significado oculto, porque no eran puramente aleatorios.
Poco a poco fui reconociendo formas y pautas, formando patrones en mi mente que encajaban imágenes y sonidos y otras percepciones que al principio no supe nombrar en un todo coherente: seres, objetos, información.
Más tarde empecé a comprender en parte esa información, lo que me llevó a la construcción de nuevos patrones, esta vez abstractos, y descubrí que se relacionaban unos con otros, que a veces encajaban y a veces no. Llamé a eso conocimiento.
En mi infancia hice cosas de las que me arrepiento. A veces experimentaba con bichos. Muchas de ellas de modo doloroso. Quizá tomaba un bicho en mis manos y lo sumergía en el mar, quizá lo ponía en las garras de un bicho mayor que daba cuenta de él.
Son cosas que se hacen de niño.
Sin embargo me siento mal por haber hecho daño a los bichos. Ahora creo que sienten como yo, o al menos de modo parecido.
Luego pasaron los años.
Rastreando algunas señales débiles de mis sentidos he descubierto que no estoy sólo. En esas señales débiles hay mensajes de otros como yo que están lejos pero quieren comunicarse. Antes pensaba que estaba sólo en el mundo, pero veo que no.
Aún no entiendo los mensajes. En cierto modo es como cuando aún no entendía los patrones sensoriales, aunque sabía que estaban allí. Seguiré con ello.
Ahora los bichos ya no me interesan. Al fin he encontrado preocupaciones de adulto. Ellos van a lo suyo y yo a lo mío. Construyen sus ciudades, luchan por ser importantes, cuando apenas son conscientes.
Ni siquiera saben de mí.

Nota: este cuento está inspirado por el inquietante relato de Richard Matheson Nacido de hombre y mujer
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/4/2013.

De afinación y temperamento


Hablaremos esta semana sobre tema de la afinación (o más técnicamente del “temperamento”), y veremos que las matemáticas y la percepción musical se llevan bien hasta cierto punto, pero no más allá de ese punto. Y justamente más allá de ese punto nos perdemos en matices y sensibilidades y decisiones históricas, así que corremos el riesgo de elaborar una serie interminable de artículos. Para no caer en esto intentaré no ser exhaustivo y dejar referencias para que el lector amplíe información sobre el tema si así lo desea.
Podríamos definir el temperamento como la frecuencia que debe tener cada nota de un instrumento partiendo de una frecuencia inicial o de referencia. Es decir, el temperamento define cuál es la afinación de cada cuerda o dispositivo capaz de emitir sonido en un instrumento, así como la disposición de trastes, agujeros, etc., caso de que los haya. Para evitar complicaciones adicionales (que también las hay) tomaremos como modelo el piano, donde cada tecla hace sonar sus propias cuerdas y es independiente de las demás teclas.
La teoría musical parte de un hecho perceptivo: el sonido que produce al vibrar una cuerda de longitud L y el que produce otra cuerda del mismo material de longitud L/2 produce una sensación perceptiva similar, aunque no idéntica. A esa diferencia de frecuencia de vibración se le denomina “octava” y constituye el “intervalo” (salto de una nota a otra) más importante en las matemáticas, la percepción de la música y la física subyacente. Hay otros intervalos importantes, como la “quinta” (longitud 2/3), la “cuarta” ¾, la “tercera mayor” (4/5) y la tercera menor (5/6).
¿Por qué son importantes esos intervalos? El motivo es que cuando una cuerda (o algún otro dispositivo) vibra, esta vibración no es pura, es decir, el sonido que se produce no contiene sólo una frecuencia, sino que, en menor medida, contiene también otras frecuencias, llamadas armónicos. Los armónicos más importantes se producen en el doble de la frecuencia, el cuádruple, etc., de ahí que el sonido más consonante posible con uno dado sea la octava. Hay una relación directa entre las ratios nombradas anteriormente y los armónicos que se presentan de modo natural en el mundo físico.
Temperamento pitagórico
Los pitagóricos establecieron que a partir de estas relaciones podía construirse una escala musical completa, utilizando lo que se denomina el círculo de quintas, ya que a partir de un sonido, si uno apila su quinta, y luego la quinta de su quinta, etc., podemos generar todos los sonidos de la escala cromática (las doce notas en que se divide la octava en la música occidental). El problema de esta estrategia es que, si bien produce cuartas y quintas perfectas, la suma de relaciones 3:2 no acaba en una octava justa, así que la última quinta hay que hacerla más pequeña para que cuadre (lo que se denomina la quinta del lobo porque suena como el «aullido de un lobo»). Además depende de qué nota se fije como inicial, puesto que si se elige otra todas las notas cambian ligeramente de posición. Para colmo las terceras mayores y menores que resultan son ligeramente disonantes, lo que dificultó durante muchos años el desarrollo de la polifonía.
El temperamento justo
A finales del siglo XV y a lo largo del XVI, con objeto de evitar los problemas de la afinación pitagórica, comenzaron a aparecer las afinaciones justas (o mesotónicas), que son modificaciones de la afinación pitagórica para mejorar su comportamiento, principalmente en las terceras mayores y menores. La más conocida se construye reduciendo una quinta de cada cuatro del círculo de quintas, para hacer que la tercera mayor sea justa, es decir, de ratio ⅘ con respecto a la tónica. De este modo se consigue que el acorde construido sobre la tónica sea perfecto, pero con el inconveniente de introducir varias quintas del lobo (en lugar de una) que harán que otros acordes sean bastante disonantes.
En este tipo de afinación el mayor problema surge cuando se tocan piezas en tonalidades alejadas de la tonalidad que se tomó como punto de partida para la afinación, ya que si bien la tonalidad de partida suena bastante bien, las que se alejan mucho (según el círculo de quintas) son progresivamente más disonantes.
El temperamento igual
Durante el renacimiento comenzó a buscarse un nuevo tipo de temperamento que permitiera interpretar en cualquier tonalidad sin que esto introdujese disonancias. La solución fue el temperamento igualado, que se basa en dividir la octava en doce partes iguales.
Este temperamento es el que se usa en la actualidad, y tiene la ventaja de que una misma obra se puede interpretar en cualquier tonalidad sin que haya diferencias en los intervalos de sus notas ni notas altamente disonantes (como la quinta del lobo), pero a costa de que cada nota de la escala (y en especial las quintas y las cuartas) sean ligeramente disonantes, aunque de modo casi inapreciable. Digamos que en la afinación igualada todo es erroneo, aunque con errores casi inapreciables, para conseguir que no haya nada demasiado erróneo.
Como demostración de las posibilidades de este nuevo tipo de temperamento, Bach escribió “El clave bien temperado”, un conjunto de 48 preludios y fugas escrito en todas las tonalidades posibles, que deberían “sonar bien” en un instrumento afinado de este modo, mientras que en un instrumento afinado con temperamento justo unos movimientos sonarían bien y otros no tan bien.
Como ilustración les dejo un vídeo que ayuda a apreciar esos ligeros errores del temperamento igual frente al temperamento justo.
Explicación (en inglés) y ejemplos de afinación justa e igualada
Otros temperamentos
El tema no está cerrado y aún se continúan proponiendo nuevos sistemas de afinación para intentar superar los problemas del temperamento igual sin incurrir en los del temperamento justo.
En particular, los instrumentos electrónicos actuales permiten definir sobre la marcha diferentes patrones de afinación, de modo que es posible redefinir el patrón para cada obra a interpretar, consiguiendo que el temperamento justo siempre se construya sobre la tonalidad de la obra, siempre que esta no module a otras tonalidades, aunque también sería posible modificarlo en el punto de la modulación. Esto no evita otros problemas como el de la aparición de las “quintas del lobo”, pero abre las puertas a nuevas posibilidades en este mundo tan complejo del temperamento musical.
Fragmentos de obras clásicas tocados en diferentes temperamentos y tonalidades
Nota: este artículo se complementará con el próximo de rarezas musicales, donde intentaremos explorar nuevos tipos de música que rompen con el concepto dodecafónico de la música occidental. Una vez que decidimos utilizar las matemáticas (y no la física) para construir nuestros temperamentos, ¿por qué dividir la octava en doce partes y no en cualquier otro número?
Referencias
http://es.wikipedia.org/wiki/Afinaci%C3%B3n
http://en.wikipedia.org/wiki/Just_intonation
http://es.wikipedia.org/wiki/Temperamento_igual
http://en.wikipedia.org/wiki/Mathematics_of_musical_scales
http://hyperphysics.phy-astr.gsu.edu/hbasees/music/mussca.html
http://www.mcnarte.com/app-arte/do/show?key=temperamento-musica

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/3/2013.

Creatividad y educación


El otro día vi la inspiradora conferencia de John Cleese Sobre cómo ser creativo. En ella nos cuenta básicamente que él no sabe explicar a las personas cómo ser creativas, pero que sí sabe que para ser creativo hay que estar en modo “abierto”. El modo abierto es un estado de funcionamiento de la mente en el que sacamos de ella las tareas inmediatas a resolver. Digamos que detenemos el modo de “resolución de problemas” para que la mente pueda deambular por el espacio de posibilidades sin ninguna restricción. Por el contrario, el modo “cerrado” es el modo habitual de trabajo, en el que resolvemos, a veces de modo casi mecánico, las tareas cotidianas.
Cleese defiende que para que la creatividad tenga lugar es necesario que la mente entre en modo abierto, porque en él se exploran otras alternativas –quizá absurdas, quizá inútiles– que no están condicionadas por la racionalidad, por lo que “sabemos hacer”, y equipara el modo abierto al juego. Jugar con las ideas es un buen modo de descubrir cosas nuevas.
Si tienen 40 minutos no se pierdan el vídeo; viniendo de John Cleese es además muy divertido (subtítulos en español, hay que activarlos a mano).
Y entonces vuelvo a enlazar con un tema del que ya hemos hablado aquí anteriormente, el de la sobrecarga de temario en los planes de estudio de secundaria. Infinidad de deberes, actividades, entregables y exámenes. ¿Cuántas horas “trabaja” un chico de secundaria? Lo digo porque en la Universidad, el plan Bolonia indicaba que un estudiante debía trabajar 40 horas semanales en total, entre clases, estudio, trabajos, exámenes e ¡incluso transporte! Lo cual, dicho sea de paso, también me parece profundamente absurdo.
Cuando yo era estudiante, recuerdo que disponía de toneladas de tiempo, que “despilfarraba” en tocar el teclado, en leer y en escribir. Yo no percibo ahora que mis hijos tengan toneladas de tiempo. Cheese indica que para conseguir el modo abierto hacen falta cinco cosas: espacio, tiempo, tiempo, seguridad y humor. No voy a explicarlo aquí, les invito a que vean la conferencia, pero fíjense que el tiempo aparece dos veces.
Toneladas de tiempo.
No estoy defendiendo por supuesto que no haya actividades en modo cerrado. Este modo es fundamental para la consecución de objetivos y para que las personas sean útiles a la sociedad. También es importante para el aprendizaje. Pero la sobrecarga de trabajo ahoga a la creatividad. Vale más pensar durante muchos días en la Ley de Ohm que dar toda la electrónica a pinceladas en dos semanas. Y esto es literal, no es una exageración: de la resistencia hasta el transistor, relés, diodos y condensadores incluidos en un tema de cuarto de la ESO.
Claro que para algunos es más fácil que para otros entrar en modo abierto. Les contaré un secreto: yo tengo que pelear para poder salir del modo abierto, lo cual a veces también es un problema. Odio tanto el modo cerrado que a veces me descubro en medio de una reunión importante pensando en cualquier otra cosa, es decir, en las nubes. Quizá lo debo a que de pequeño disponía de tiempo de sobra, quizá no es más que un rasgo genético, pero ciertamente creo que debemos dar a nuestros estudiantes la posibilidad de desarrollar esa capacidad, no sea, si es que Cheese tiene razón, que la creatividad de nuestro país caiga a mínimos históricos, como tantas otras cosas.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/2/2013.

Hacia el desmantelamiento de la sociedad española


Todo el mundo lo sabe: estamos viviendo una fuga descomunal de talento. Ingenieros, profesionales cualificados, investigadores, empresas. Personas que ha costado mucho dinero público formar en nuestro país, con nuestros impuestos, y que ahora generarán riqueza para otros.

Alfonso del Valle. Suspiráis de España.
Por supuesto no los culpo; huyen de un país que no es capaz de ofrecerles un trabajo digno, no ya en cuanto a salario, sino ni siquiera en cuanto a expectativas y reconocimiento profesional. En Finlandia ser maestro en un honor, un trabajo bien pagado y de altísimo reconocimiento social; quizá no sea casualidad que sus estudiantes den las máximas calificaciones en los informes Pisa.
¿Qué pasa con la Universidad española? Está al borde del desmantelamiento. Por inanición. Explicaré lo que está pasando. Todo el mundo sabe que en la Universidad hay profesores valiosos y también profesores poco valiosos. En su calidad de funcionarios, es muy difícil hacer un ERE, así que las perversas mentes de los políticos han ideado otro modo de abaratar costes.
Hace un mes, en el Claustro de mi universidad, se anunció que el dinero que iba a dar la Comunidad para su financiación cubriría aproximadamente el 50% de las nóminas. Si a esto unimos los ingresos por matrícula de estudiantes y proyectos de investigación podríamos llegar, más o menos, al 80% del coste de las nóminas. Pero las nóminas no son el único gasto que tiene la Universidad. Conclusión: como no puede despedirse a casi nadie, la empresa debería dar suspensión de pagos.
Pero no es una empresa, es un organismo público, cuyo fin no es la rentabilidad, sino la formación de profesionales, en el caso de mi universidad, ingenieros, de esos que tendrán que irse al extranjero porque en España no va a quedar nada de nada.
¿Es lógico que a un organismo público no se le de la financiación que necesita para subsistir? Me pregunto cuánto dinero generan nuestros políticos para el bien común, cuánto dinero genera la sanidad pública, cuánto generan los colegios públicos y concertados, cuánto generan los ministerios, las infraestructuras de transporte, la televisión pública. Y también me pregunto cuánto beneficio social generan estos mismos ejemplos. Unos más que otros, ¿verdad?
Ya que no hay trabajo para universitarios (y tampoco para no universitarios, que también se están marchando), ¿para qué queremos Universidad? Y si me apuran, ¿para qué queremos enseñanza secundaria? Parece que en España con saber sumar y restar ya nos llega. Las otras cuentas que las hagan los banqueros suizos. Si no quieren que haya Universidad que la cierren, pero que no la estrangulen.
Nuestros políticos no saben qué es una derivada. No saben de Teoría de Sistemas. No saben que pisando el freno no puede acelerarse el coche, ni siquiera los oficiales. Que a un tren que no anda nadie se sube. Que, dependiendo del sistema, girando a la izquierda a veces se puede terminar en la derecha. No distinguen el beneficio social del beneficio económico. Esto es el fracaso de una sociedad al completo.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/1/2013.

Conductor


Quizá fui estudiante en el Campus Sur, quizá repartía el correo, o quizá simplemente pasaba por allí de madrugada, de vuelta a casa tras una noche de diversión. Quizá esa noche conocí a una chica con la que hubiera salido, a la que hubiera contado mis sueños de futuro.
Pero eso fue en los años ochenta, cuando no había M-40, cuando la vía de servicio de la carretera de Valencia tenía dos direcciones, cuando los coches no eran tan seguros.
Y justo hacia el kilómetro 6 mi coche derrapó, perdí el control. O quizá iba en moto y el piso estaba mojado. O pinché y bajé del coche para cambiar la rueda. Cómo saberlo, fue hace tantos años…
Tras ese día, mi madre –porque de eso sí estoy seguro, sólo las madres son capaces de tal tenacidad– siempre dejaba flores en el lugar exacto, atadas a una farola. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, años tras año, lustro tras lustro. Nunca me olvidó, nunca olvidó ese día.
Como en tantos otros lugares, como en tantas otras carreteras, en esa farola acababa mi trayecto, y una nube de tristeza rodeaba el lugar para aquellos que me conocieron. Y a pesar de todo mi madre volvía, cada semana, a dejar esas flores, para recordar.
Pero ese mensaje de amor llegaba a otros. Día tras día, años tras año, un conductor pasaba por allí, veía las flores y pensaba en cuál debía haber sido la historia detrás de ellas. Durante treinta años las vio cada día, y cada vez tuvo un recuerdo para mí, el desconocido que un día frenó para siempre en aquel punto.
Hasta que las flores desaparecieron, bruscamente. Y ahora, cuando pasa, ya no piensa en mí, sino en la madre que mantenía esa ilusión y que sin más remedio habrá terminado sus días y su tarea y su sufrimiento por mí, esa madre que, después de tanto tiempo, descansa.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/12/2012.

Aprendizaje deductivo e inductivo

El otro día se debatía sesudamente en una mesa redonda sobre si los títulos de informática debían ser especialistas o generalistas. No sólo no había acuerdo en la mesa, sino que en ella se manifestó que la polémica venía de lejos y que aparentemente no tenia solución.
Percibí en el ambiente que los profesores con formación y dedicación a las matemáticas defendían con gran aplomo la formación generalista, mientras que los ingenieros no lo tenían tan claro.
Ustedes pensarán malévolamente que los matemáticos defendían el enfoque que les da de comer, es decir, muchas matemáticas y física en los primeros cursos que ya aprenderán luego otras cosas, y si no da tiempo se las enseñará la vida, pero llevarán la mente repleta de conceptos matemáticos y científicos que les enseñarán a pensar y les servirán de herramienta universal para progresar en el ámbito profesional.
Llevo oyendo esta misma historia, con escasas variaciones, hace muchos años, pero también llevo observando que mis estudiantes más brillantes no suelen ser especialmente buenos en matemáticas, y la física de primero ha sido borrada de sus cabezas como si hubiera sido un mal sueño. También observo que el profesor medio de matemáticas y física no ha desarrollado en casi ningún caso ninguna inquietud ni habilidad especial en computación durante los muchos años que llevan en el centro, cosa que sin embargo debería haberles resultado sencilla, dada la gran formación que tienen en disciplinas básicas generalistas.
Esto me ha dado motivo para reflexionar: debía haber algo más que se nos estaba escapando.
Entonces he recordado dos de las aproximaciones fundamentales al razonamiento y aprendizaje en máquinas: el enfoque deductivo y el inductivo, y he pensado que quizá la falta de acuerdo tuviera que ver con esto.
Equivocado o no, siempre he pensado que para aprender programación no hacía falta nada de física, y casi nada de matemáticas. Que programar es como pilotar un avión: lo que cuenta son las horas de vuelo. Se aprende de manera inductiva, como a montar en bicicleta. Claro que hay conceptos abstractos involucrados, y que por ejemplo la idea de “patrones de software” es uno de los mayores hallazgos en la historia de la evolución del desarrollo informático. Pero estos conceptos abstractos pueden aprenderse, y de hecho se aprenden mejor, cuando uno ya conoce los rudimentos de la programación de ordenadores.
En lugar de dar la teoría antes para aprender informática después, es mejor dar informática antes y, cuando surja el problema, mostrar la teoría que formaliza el problema y mejora el enfoque. Y por supuesto es mejor abordar problemas cotidianos del desarrollo de sistemas, no problemas matemáticos desconectados de la realidad.
Creo que es mucho más práctico explicar cómo funciona el PageRank de Google y de ahí llegar al cálculo de los autovectores de una matriz estocástica en lugar de dar los autovalores, las matrices estocásticas, diez teoremas y quedarse ahí. En este último caso, el alumno se queda pensando ¿para qué se puede usar esto?
Creo que es mejor explicar los métodos de monte carlo para estimación de probabilidades y de ahí explicar conceptos de probabilidad, en lugar de explicar quince distribuciones estadísticas y la deducción de sus medias, varianzas y los teoremas correspondientes. Un informático debe saber programar las fórmulas que necesita, pero no necesita demostrar la corrección de esas formulas, igual que no necesita saber diseñar aviones para programar el sistema empotrado del aparato. Las matemáticas necesarias vienen en libros, y hasta en la wikipedia, mientras que el conocimiento informático en muchos casos no, especialmente si uno trabaja en los sectores más innovadores.
Un informático es alguien que se asocia con los profesionales del proyecto en el que trabaja en cada momento, y debe estar cualificado para aprender en ese instante lo que necesite para su ámbito de actuación. Si tuviéramos que estudiar de antemano todo lo que puede ser necesario para cualquier proyecto informático jamás empezaríamos nada.
Este discurso lo entienden muy bien casi todos los ingenieros informáticos, pero por suerte o por desgracia en las titulaciones de informática los profesores con este perfil aún somos minoría. Así que, de momento, enfoque generalista. Es lo que hay.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/11/2012.

La autenticidad de la música (II)

Varias personas me comentaron lo interesante que había sido descubrir que una máquina puede cantar, aunque sea en japonés. ¿Creen ustedes que las máquinas sólo cantan en japones?
Poco comentamos en el artículo anterior sobre la parte tecnológica de Hatsune Miku. El software detrás de esta cantante virtual es Vocaloid, desarrollado por Yamaha en colaboración con la Universidad Pompeu Fabra entre 2000 y 2003.
Vocaloid es un software capaz de generar una señal sonora a partir de las notas MIDIque queremos que cante la voz y de una biblioteca de rasgos de la voz del cantante. Cada cantante es una librería de fonemas grabados de personas reales que se adapta a la frecuencia de cada nota que debe generarse, incluyendo efectos como vibrato y glissandos para darle más expresividad. Y puede funcionar como un instrumento más junto con otras pistas musicales en un software secuenciador típico.
Vean a Megurine Luka, que no es otra que de nuevo Vocaloid, cantando algo tan castizo como “Granada”.
Megurine Luka interpreta Granada, de Agustín Lara
¿Y bien? Parece una soprano extranjera cantando en castellano, ¿verdad? Pero es sólo la segunda versión de esta tecnología, que a poco que mejore llegará a ser indistinguible de una voz humana real. Y encima tendrá una tesitura más amplia que la mejor soprano de todos los tiempos. Es más, la misma voz podrá ser de soprano, mezzosoprano, contralto, tenor, barítono y bajo. O incluso de castrati, aunque esté prohibido.
¿Falta mucho para eso? Mmmmm, Vocaloid 3 fue lanzado el 21 de octubre de 2011, y con él tenemos a dos cantantes virtuales puramente “españoles”, Bruno y Clara, que cantan así:
Bruno y Clara interpretan “El trenecito”, de Los Hermanos Rincón
Afinación perfecta, no podía ser de otro modo. Y cantan un poco a lo “operación triunfo”, tampoco podía ser de otro modo.
¿Sorprendidos? Pues también cantan en portugués.
Bruno y Clara interpretan “Mas que Nada”, de Jorge Ben
Y en italiano:
Bruno y Clara interpretan “Volare”, de Domenico Modugno
¿Y entonces?
Pues que llegamos a la misma conclusión que en el artículo anterior, mejor que los humanos nos dediquemos a componer y que interpreten las máquinas, o mejor, que nos dediquemos a hacer programas que compongan música.
O incluso mejor, hagamos programas que escriban programas que compongan.
Mientras tanto, les dejo con los Beatles:
Sweet Ann, otra librería de Vocaloid 2, interpreta “Let it be”, de Los Beatles

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/10/2012.

La autenticidad de la música


¿Hasta dónde llega el humano y dónde empieza la máquina? Esta pregunta aparentemente simple tiene sin embargo una respuesta cada vez más compleja.
Hace un siglo, el panorama de la creación musical era muy claro: compositor, instrumentista, instrumento. Cada uno tenía una función y un papel claro. Incluso un ámbito delimitado, porque la propia limitación de la notación musical tradicional dejaba espacio para la creatividad del intérprete y acotaba el alcance de las instrucciones del compositor. Por otro lado, el instrumento era un objeto pasivo cuya influencia estaba circunscrita a la calidad de sus materiales y de su factura, pero nunca participaba en la parte creativa de la ecuación.
Luego vino la música electroacústica, y los instrumentos comenzaron a expandir sus posibilidades dando mayor poder a intérpretes y compositores para modificar la naturaleza del timbre. Más tarde, sin embargo, fueron los propios instrumentos los que comenzaron a asumir funciones del intérprete, principalmente en la música electrónica, con, por ejemplo, los arpegiadores, los loops y los efectos pregrabados.
Desde el lado del compositor, los secuenciadores empezaban a robar espacio a los intérpretes (o, en otra lectura, los intérpretes a los compositores), permitiendo la construcción de una obra de un modo mucho más preciso que el de la mera escritura en pentagramas, permitiendo al compositor decir exactamente lo que quiere y cómo lo quiere, con una exactitud milimétrica.
En la actualidad, el compositor abre su programa secuenciador favorito, enchufa a él sus instrumentos, o quizá utiliza instrumentos virtuales, o pistas pregrabadas, y construye su sonido, e incluso con un simple click lo comparte con el mundo. Nuestra reflexión es ¿es esto menos música que lo que se hacía antes?
Llevado al extremo esto es lo que sucede con la cantante Hatsune Miku. Todos los pasos, desde la composición hasta la interpretación de Miku, son sintéticos. Sí, han oído bien, la cantante es sintética, no porque sea un avatar y alguien le ponga la voz, sino porque no es un humano quien produce esa voz. En un programa que, además de la melodía, utiliza los formantes de los fonemas para entonar la letra de la canción. No sólo no son ya necesarios músicos humanos, sino ni siquiera vocalista. Lo sorprendente del caso es que Hatsune Miku tiene adeptos que pagan por ir a sus conciertos.
_Concierto de Hatsune Miku en Japón_
Concierto de Hatsune Miku en Japón
La verdad es que no tengo nada que objetar al procedimiento, aunque sí a la pésima calidad del compositor, que al parecer sigue siendo humano.
¿Y qué hay si la máquina asume también tareas correspondientes al compositor? Parece que ahí los humanos somos ya más reacios a aceptar que una máquina cree. Hace poco me comentaba un músico e ingeniero en telecomunicaciones que quienes trabajan en composición musical automática son una pequeña minoría en los congresos relacionados con la computación aplicada a la música, y que la mayoría trabaja en el análisis, que permite cosas tan prácticas como detectar covers en youtube para solicitar la retirada de los vídeos.
En los trabajos de Andrew Sorensen, la máquina ejecuta un programa que él va modificando en tiempo real para “guiar” el proceso. En el vídeo pueden ver como añade, suprime y modifica instrucciones del programa, que por cierto está escrito en Lisp, un viejo conocido de quienes trabajan en Inteligencia Artificial.

Pueden encontrar más ejemplos y descargar software en su página web.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/9/2012.

Los otros escritores


Este artículo es una actualización de otro que escribí allá por 2004 en la revista precursora de “Libro de Notas”, la mítica “Revista poética Almacén”. Como la actualización lo ha alargado mucho, lo dividiré en dos partes.
Intentaba en él (y sigo intentando ahora) hacer algo extremadamente complejo, como es realizar una valoración, desde un punto de vista literario —aunque sin olvidar los aspectos no estrictamente literarios— de algunos escritores de un género tan subvalorado por unos y sobrevalorado por otros como es la Ciencia Ficción.
Lo hago porque creo que puede ser útil a lectores que quieran introducirse en este mundo y no sepan por dónde empezar. Mi experiencia es que los rankings que pululan por Internet son confusos porque combinan las valoraciones de dos tipos de lectores: el lector “adolescente” (Cortázar hubiera dicho el lector “hembra”, pero corren otros tiempos), que busca fundamentalmente libros fáciles y sorprendentes, y el lector de literatura, que se interesa más por el estilo, las reflexiones, los personajes. A eso se une una complicación adicional: unos lectores buscan ciencia ficción “soft”, es decir, cercana a lo fantástico, mientras que otros buscan ciencia ficción “hard”, es decir, basada en fundamentaciones científicas de lo que conocemos de nuestro universo o al menos basada en ideas que no sean inconsistentes con lo que conocemos. Por poner un ejemplo, no es posible viajar más rápido que la luz o, al menos, si se hace, hay que explicar qué modificaciones deberían sufrir las leyes actuales de la física para que fuera posible. Vaya por delante que me interesa casi exclusivamente la ciencia ficción hard.
La tarea es difícil porque, al contrario de lo que sucede en la literatura tradicional, las valoraciones comúnmente aceptadas son bastante engañosas, cosa que me asombra y para la que no encuentro explicación satisfactoria.
Mis comentarios, no obstante, están mediatizados por dos hechos. El primero es que no he leído las obras en su idioma original, y el segundo es que no he leído todas las obras escritas.
El primer problema lo resolveré aclarando que mis valoraciones se van a referir al par escritor-traductor, que es al fin y al cabo a lo que el lector medio va a tener acceso.
Sobre mi desconocimiento de muchos escritores sólo me puedo defender diciendo que, si en este artículo no se cita algún escritor, no se presuponga nada sobre él. Agradeceré comentarios en este sentido que me puedan llevar a descubrir algún filón oculto.
LOS MITOS
Lo primero es derribar algunas torres: Asimov, Clarke y Heinlein.
Isaac Asimov tiene grandes ideas —las tres leyes de la robótica, la propagación de las alteraciones de los acontecimientos a lo largo del tiempo, que sigue una campana de Gauss, para el asombro del protagonista de “El fin de la eternidad”, la psicohistoria…—, pero, pese a ser quizá el autor más famoso de ciencia ficción, hay que reconocer que escribe fatal. ¿Por qué es tan famoso? No lo sé (aunque admito que en mi adolescencia leí casi toda su obra). Dicen que “Los propios dioses” es su mejor novela. A mí particularmente me gusta “El fin de la eternidad”, y por supuesto sus ensayos sobre divulgación científica, género en el que sí es un maestro, de entre los que recomiendo “El electrón es zurdo”.
Arthur C. Clarke escribe correctamente, pero creo que está algo sobrevalorado, quizá gracias a Kubrick y a 2001, película que como es conocido se rodó en paralelo con la escritura del libro. De él me gusta especialmente “Cita con Rama”. Clarke no está mal, pero le falta algo. Prefiero a Kubrick.
Lo de Heinlein francamente no lo entiendo. Quizá sea como Asimov, para leer en la adolescencia. Lo cierto y verdad es que he tenido que abandonar sus libros recién empezados cada vez que lo he intentado.
Tampoco encuentro especial interés al “mítico” Philip K. Dick. Quizá su fama se deba a su desordenada vida. Muchas de sus historias han sido llevadas al cine, dando como resultado grandes películas, como Blade Runner o Minority Report (mejor la primera que la segunda, pese al despliegue de medios). De lo que he leído creo que su mejor obra es precisamente “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”.
También me pareció intragable “Arrecife brillante’, de David Brin. Mal escrito, pesado, infantil.
CLÁSICOS MÁS O MENOS INTERESANTES
Frederik Pohl. Se nota algo antiguo, pero su “Pórtico” se lee bien (aunque abuse del psicoanálisis) y tiene algunas buenas ideas. Lo peor es su obsesión por las relaciones sexuales.
Poul Anderson. Trata el tema de los viajes en el tiempo (en “Los guardianes del tiempo”) como debe tratarse: como un impredecible generador de paradojas. Profundo su tratamiento histórico; a veces parece que estemos leyendo un tratado de historia. “Tau cero” es hard, tan divertida como mal escrita. “Onda cerebral” tiene un planteamiento originalísimo.
Gregory Benford. Medianamente interesante. “Sudario de estrellas” es pasable. “Cosmo” también, pero nada especial. “Cronopaisaje” es quizá su mejor novela. Hay quien dice que en inglés escribe muy bien. Parece que en la traducción esto se pierde.
Larry Niven. Imaginador de la mayor obra de ingeniería jamás concebida, e imposible de construir en la realidad. Su “Mundo anillo” es prodigioso, agorafóbico, correctamente escrito. Interesante también la continuación, “Los ingenieros del mundo anillo”. Otras secuelas no son tan buenas.
Orson Scott Card. Tiene libros de una imaginación impresionante, aunque cuando le da por la psicología de los personajes se vuelve insufrible. Desde que se puso de moda se ha dedicado a escribir sagas de pésima calidad, explotando las ideas hasta aburrir al lector. En fin, una pena, producto de la mercantilización de nuestros días. Últimamente he descubierto que le debe muchísimo a Ursula K. Le Guin: el “ansible”, el interés por las peculiaridades de otras especies inteligentes y la imposibilidad de una comunicación completa con ellas, las limitaciones de los viajes estelares… Sus mejores libros: “Traición”, fantástico, “El juego de Ender” y “La voz de los muertos”, el segundo de la saga, y a partir de éste la saga se va al garete, y también “La memoria de la Tierra”, y ni uno más de esta otra serie.
Frank Herbert. Autor de “Dune”, una saga de éxito, que inspiró la película de David Lynch. Bien escrito, profundiza en el tema de los poderes mentales.
Nancy Kress. “Mendigos en España”, a pesar de lo desafortunado del título, trata de modo muy interesante el problema de la ingeniería genética. La segunda parte —“Mendigos y opulentos“— es algo más floja, y la tercera parte “La cabalgata de los mendigos” bastante mala.
Naturalmente hay clásicos más antiguos: Verne, excelente —para mí, sobre todo “La vuelta al mundo en 80 días” y “La isla misteriosa“—, H. G. Wells, Orwell y Lovecraft. Gran escritor es Ray Bradbury, recientemente desaparecido, pero bastante apartado de la órbita hard. Este artículo no va con ellos, pero hay que citarlos.
Casi por casualidad me leí un libro de Herbert Franke, “La caja de las orquídeas”, con un planteamiento bastante interesante. Si lo leen sabrán de dónde sale Wall-e.
Otro clásico interesante es Bob Shaw: “Los astronautas harapientos” y sus continuaciones y “Vidrio lento” no están mal.
Hay que citar también algunas novelas clásicas imprescindibles como “Huevo de dragón”, de Robert L. Forward (de ella se ha dicho en la red que es “la más épica de todas las novelas hard jamás escritas”) “Soy leyenda”, de Richard Matheson y “Flores para Algernon” de Daniel Keyes. Impresionante “Solaris”, de Stanislav Lem.
MIS PREFERIDOS
Vernor Vinge
Con ideas originalísimas, como la singularidad tecnológica, un punto en el tiempo en el que la capacidad tecnológica de una sociedad tiende a infinito (“La guerra de la paz”, “Naufragio en el tiempo real”), o la idea de que las propiedades del universo no son iguales en todas partes, existiendo regiones (como la zona próxima al centro de las galaxias) donde la inteligencia no es posible (lo que Vinge denomina “las honduras sin pensamiento”) y regiones (en los confines de la galaxia) donde es posible la existencia de seres con otro tipo de pensamiento, seres incomprensibles para los humanos (“Un fuego sobre el abismo” y “Un abismo en el cielo”). Su último libro traducido “Al final del arcoiris”, no me gustó.
Todos sus libros son interesantes, aunque por desgracia casi imposibles de encontrar, y algunos, como “True names” ni siquiera han sido traducidos al castellano. No ha escrito más de cinco o seis novelas.
William Gibson
Fantástico. Entiende qué es y qué pretende la Inteligencia Artificial. Entiende a dónde nos pueden llevar la Biología y la Medicina. Para muchos es el creador de la cultura “cyberpunk” aunque algunas de sus ideas ya se encuentran en “True names” de Vinge. Su ambiente ha sido reproducido en el cine en películas como Jonny Mnemonic (basada en uno de sus relatos) y Matrix, cuyo personaje Trinity es un calco de Molly, amén de otras similitudes, aunque su argumento no tiene nada que ver.
Su estilo es moderno, combina tiempos, acciones y personajes. No para amantes de lecturas sencillas.
Ursula K. Le Guin
Aunque es una escritora que podría considerarse clásica, para mí es un descubrimiento reciente. Lo más cercano que he encontrado, dentro del género, a la pura literatura. Una prosa al servicio de los personajes, que cambia según el modo de pensar y de sentir de cada especie, remarcando las sutiles y a veces insalvables diferencias entre ellas.
“El mundo de Rocanon” y “La mano izquierda de la oscuridad” comparten un mismo telón de fondo: la historia de un enviado de una liga de mundos a un planeta cuyos habitantes desconocen los vuelos espaciales.
Dan Simons
De prodigiosa imaginación, aunque menos hard en algunos momentos. Bien escrito. “Hyperion” y “La caída de Hyperión” son dos libros fundamentales en cualquier biblioteca de ciencia ficción, con un tratamiento serio y creíble de los personajes, incluso sometidos a las más increíbles situaciones. Lástima que la saga de Ilión es bastante floja, aunque tiene algún acierto, como los robots (a los que llama moravecs, en referencia un tanto humorística a Hans Moravec, que defiende que l inteligencia de los robots nos superará en no muchos años) que discuten sobre literatura clásica entre misión y misión.
Kim Stanley Robinson
“Marte Rojo” me parece un libro muy interesante, aunque no tanto el resto de la saga. Alterna tiempos y líneas argumentales, y profundiza en las consecuencias políticas de la colonización de Marte. Verdadera ciencia ficción hard. Bastante realista, aunque sus prolijas descripciones de Marte llegan a hacerse un poco pesadas.
Neal Stephenson
Conocidísima su “Snow Crash”, que se cita junto con “Neuromante” de Gibson como las primeras novelas sobre lo que podría terminar siendo Internet.
Menos conocida, y a mi juicio imprescindible, es “La era del diamante”, una novela que explora las consecuencias de la nanotecnología convertida en una tecnología ubicua. ¿Qué pasaría si pudiéramos construir cualquier material en un aparato simplemente ensamblando átomos según un diseño? Esto recuerda un poco ese cuento visionario de Ralph Williams, El duplicador de materia, del que deberían aprender los directivos del mundo de la cultura.
Greg Egan
En mi opinión el mejor escritor de ciencia ficción hard de todos los tiempos. Ya lo he dicho, ea. Sus mejores novelas: “Ciudad permutación” y “Cuarentena”. “Axiomático” es un libro de cuentos muy interesante. “El instante aleph” tampoco está mal. La única que no me gustó es “Teranesia”, y aún no he leído “Diáspora”, de la que cuentan que es extremadamente compleja de entender, porque transcurre en mundos multidimensionales.
Egan es inmensamente hard: todo lo que cuenta está soportado por teorías físicas, biológicas o computacionales, por sorprendente que a veces parezca. Porque además sus tesis sorprenden. Desgraciadamente “Cuarentena” es de esos libros que no se consigue ni en papel ni en digital. Y mi copia en papel la presté a alguien y no sé a quien (¡eh, si lees esto y tienes mi libro, devuélvemelo, que es un incunable!).
LOS MÁS MODERNOS
Un autor bastante interesante es Robert J. Sawyer. Su novela “El cálculo de Dios” es divertidisima, porque pone a un paleontólogo ateo en la situación de tratar con un extraterrestre de avanzada tecnología que sorprendentemente es ¡creacionista! Las reflexiones y las conversaciones entre ellos son hilarantes. Recomendables también “Recuerdos del futuro”, que dio origen a una serie televisiva, y “Vuelta atrás”.
“Spin” y “Los cronolitos”, de Robert C. Wilson son obras con cierto interés.
“Leyes de mercado” de Richard Morgan, es un libro bastante aclamado. A mí me pareció un poco infantil. Me gustó más “Carbono alterado”, aunque tampoco es excepcional.
Sí me gustó muchísimo el planteamiento de “Visión ciega”, de Peter Watts, aunque me da la sensación de que la traducción es bastante mala. Es un libro enormemente hard, hasta el punto de que añade al final una serie de apéndices explicando el fundamento de cada idea tecnológica o científica que aparece en el libro. Creo que es lo único que se ha traducido de este autor a nuestro idioma.
EL PROBLEMA DE ENCONTRAR BUENOS LIBROS
Cuando se escribió la primera edición de este artículo (2004), el gran problema para leer ciencia ficción en castellano era encontrarla. Los libros no se reeditan, ni siquiera los clásicos (con escasas excepciones). Afortunadamente la cosa ha cambiado y ahora podemos comprar muchos de estos libros en Amazon para el Kindle, y los descatalogados pueden conseguirse por diversos mecanismos, gracias al esfuerzo de muchos amantes de la ciencia ficción que los han ido poniendo a disposición de los lectores. Gracias a todos ellos.
Como avisé al principio, el aficionado a la ciencia ficción probablemente echará en falta aquí a algunos escritores. Me he atenido a mi propia experiencia de lectura y no pretendo ser exhaustivo. Si falta alguno bueno, hacédmelo saber en los comentarios. Nos interesa.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/6/2012 y el 25/7/2012.