lunes, 28 de mayo de 2007

Caerían unas cuantas torres


En artículos pasados he manifestado que el software libre era una forma compleja y difícil de ganarse la vida, pero siempre ha habido alguna gente que era capaz de hacerlo. En todo caso el mercado está, efectivamente, evolucionando. Esta complejidad era la realidad hace unos años, pero ahora hay un elemento nuevo en juego: la economía de la atención. Meneame, por ejemplo, pone su código a disposición de la comunidad, y permanentemente surgen competidores; pero es imposible que estos nuevos competidores lleguen a tener masa crítica de usuarios (un número de usuarios suficiente para que el servicio tenga alguna utilidad), porque la gente ya tiene el servicio en meneame. Y un servicio de este tipo, sin usuarios, no sirve para nada.

Creo que el “software como servicio” es el futuro. Lo de vender licencias como cajas de zapatos se acabó, igual que se acabó el vender música o películas e incluso libros asociados al soporte. Y eso abre nuevas oportunidades al software no propietario. El modelo de negocio será tomar software no propietario y modificarlo para obtener una solución adaptada al cliente, y que como tal, estando adaptada, no será demasiado útil a otros posibles clientes, por lo que el modelo de negocio no se agota.

En realidad un sistema software es algo extremadamente complejo; la filosofía de MS es “coloquemos la complejidad en un paquete cerrado y vendamos ese paquete; luego llegará alguien con poca formación y pondrá las cajitas adecuadas en ciertos lugares y ¡voilà! Aplicación al canto”. El problema de fondo es siempre el mismo: la calidad del código implementado. Un mal programador hará las cosas de cualquier manera, de modo que su código no será reutilizable en otros proyectos. Si encima depende de un paquete mal diseñado o implementado ni siquiera un buen programador puede hacer gran cosa. Así que el software tiene que estar bien pensado desde abajo, desde el propio sistema operativo.

El otro día me sugirió un amigo que trabaja en la administración que el problema de la erradicación del software propietario en la misma tenía que ver con las comisiones que algunos se llevan de la enorme inversión en licencias que hace la administración. Piénsese por ejemplo que un puesto de trabajo con Vista + Office 2007 cuesta alrededor de 1.000€ (sin contar el hardware, que encima habrá seguramente que renovar para que aguante la ejecución de Vista). ¿Cuántos puestos de trabajo tiene un ministerio?

La evolución del Software No Propietario (no nos olvidemos que el abierto también existe, no sólo el libre) me parece un asunto fascinante, y las empresas de todo tipo se están dando cuenta de su potencial. Se basa en la filosofía de colaborar, y no en la de competir. En los sistemas evolutivos ambas estrategias funcionan, aunque parece haberse demostrado en experimentos de laboratorio que las estrategias colaborativas son mejores a largo plazo. Como todavía vivimos en la cultura del pelotazo la gente prefiere competir, porque a corto plazo esta estrategia es mejor.

Y, sencillamente, la Administración es la clave. Leí en algún lado (no he conseguido recuperar la fuente) que el 50% de los proyectos informáticos desarrollados en España dependían directa o indirectamente de la Administración. Si el Estado y las Comunidades exigieran desarrollos sobre sistemas abiertos el panorama cambiaría de la noche a la mañana. Y caerían unas cuantas torres.

Por eso alabo y admiro a la Junta de Extremadura, que se dio cuenta de esto no ahora, que ya es casi evidente, sino hace más de 5 años.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/5/2007.

martes, 1 de mayo de 2007

El ecosistema del software no propietario


Está claro que las empresas funcionan como un ecosistema: compiten por ser económicamente rentables, por cierto de manera salvaje, y la que no lo es muere de inmediato. A veces, incluso, la empresa muere por motivos ajenos a la calidad de sus productos. Por ello, en el caso de las empresas de desarrollo software a veces desaparecen buenos programas, sea por mala gestión, por mala suerte o por malas artes de los competidores.

El software no propietario (usaré este término para referirme tanto al software abierto como al software libre) también funciona como un ecosistema, aunque en este caso no cuenta la empresa (si es que la hay); los que compiten son los propios programas (dicho sea de paso, también de manera feroz). De este modo, si un programa tiene aceptación (es decir, consigue tiempo de máquina para ejecutarse el mayor tiempo posible) no sólo se difunde, sino que además es continuamente mejorado por una legión de programadores, en proporción incomparable a las dimensiones de un equipo de desarrollo de una “simple” empresa tradicional.

Es decir, en el modelo de desarrollo tradicional el ecosistema está constituido por las empresas, siendo el software un subproducto de su actividad, mientras que en el modelo de software no propietario el ecosistema está constituido por los programas mismos, y ente caso (no se me molesten) lo secundario son los programadores o las empresas participantes.

Esto hace posible que, por ejemplo, los escritorios Linux que utilizan la aceleración gráfica de las tarjetas de vídeo hayan visto la luz antes que Windows Vista, que incorpora el mismo concepto, y con unos requisitos hardware muy inferiores.

Hay quién dice que seguramente Microsoft acabará haciendo software libre por ser un modelo de desarrollo que ha demostrado ser superior al tradicional, y probablemente no le falte razón: Microsoft se opuso en su momento a la Wold Wide Web creando la “Microsoft Network”, que pretendía ser una alternativa a la Web más “organizada” y por tanto “regulada”, pero ante su rápido fracaso no tuvo ningún problema en convertirse en abanderada de la Web, hasta el punto de seguir siendo la propietaria –aunque nos duela admitirlo– del todavía navegador más utilizado del mercado.

Cada día tengo más claro que el futuro es no propietario, lo que no os puedo decir todavía es si será “libre” o “abierto”.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/4/2007.