martes, 1 de mayo de 2007

El ecosistema del software no propietario


Está claro que las empresas funcionan como un ecosistema: compiten por ser económicamente rentables, por cierto de manera salvaje, y la que no lo es muere de inmediato. A veces, incluso, la empresa muere por motivos ajenos a la calidad de sus productos. Por ello, en el caso de las empresas de desarrollo software a veces desaparecen buenos programas, sea por mala gestión, por mala suerte o por malas artes de los competidores.

El software no propietario (usaré este término para referirme tanto al software abierto como al software libre) también funciona como un ecosistema, aunque en este caso no cuenta la empresa (si es que la hay); los que compiten son los propios programas (dicho sea de paso, también de manera feroz). De este modo, si un programa tiene aceptación (es decir, consigue tiempo de máquina para ejecutarse el mayor tiempo posible) no sólo se difunde, sino que además es continuamente mejorado por una legión de programadores, en proporción incomparable a las dimensiones de un equipo de desarrollo de una “simple” empresa tradicional.

Es decir, en el modelo de desarrollo tradicional el ecosistema está constituido por las empresas, siendo el software un subproducto de su actividad, mientras que en el modelo de software no propietario el ecosistema está constituido por los programas mismos, y ente caso (no se me molesten) lo secundario son los programadores o las empresas participantes.

Esto hace posible que, por ejemplo, los escritorios Linux que utilizan la aceleración gráfica de las tarjetas de vídeo hayan visto la luz antes que Windows Vista, que incorpora el mismo concepto, y con unos requisitos hardware muy inferiores.

Hay quién dice que seguramente Microsoft acabará haciendo software libre por ser un modelo de desarrollo que ha demostrado ser superior al tradicional, y probablemente no le falte razón: Microsoft se opuso en su momento a la Wold Wide Web creando la “Microsoft Network”, que pretendía ser una alternativa a la Web más “organizada” y por tanto “regulada”, pero ante su rápido fracaso no tuvo ningún problema en convertirse en abanderada de la Web, hasta el punto de seguir siendo la propietaria –aunque nos duela admitirlo– del todavía navegador más utilizado del mercado.

Cada día tengo más claro que el futuro es no propietario, lo que no os puedo decir todavía es si será “libre” o “abierto”.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/4/2007.