viernes, 27 de septiembre de 2013

El crimen perfecto


Incluso el pasado puede modificarse;
los historiadores no paran de demostrarlo.

SARTRE, Jean-Paul


Un hombre pescando en el pantano, fotografiado por otro hombre. Y el asesino agazapado entre unos matorrales próximos. El asesino lleva unos minutos esperando la llegada de los hombres en una Zodiac. Sabe perfectamente cuándo y cómo porque la fotografía que el otro hombre tomó tenía la fecha y la hora en la información EXIF, y había sido ubicada en el lugar exacto en que fue tomada con una cámara con GPS. Así que el trabajo es fácil… esperar el momento y disparar el arma.
  

El móvil del crimen: el fotógrafo es el padre del inventor del mayor engendro de todos los tiempos, la máquina infernal ante la cual ya nada era lo que era, por la cual ya nada perduraba y nadie estaba seguro de su propia existencia. Esa máquina infernal que fue inventada, fabricada y no del todo controlada, hasta que su existencia transcendió y la lucha que siempre había existido por modificar La Historia ahora cobró un nuevo sentido, esparciendo el terror sobre el mundo y los hombres.

El asesino ha preparado el crimen perfecto: tomó el control de la máquina, viajó hasta el lugar y momento exacto y esperó. Al poco ellos han llegado, han desembarcado, y mientras uno pesca el otro se sitúa para tomar la fotografía que habrá de servir para localizarlo, pues más tarde será publicada allí donde el asesino la podrá encontrar. Antes de que el fotógrafo capture la imagen, el asesino le dispara en el corazón.

Tras esto tiene la coartada perfecta, pues la Máquina del Tiempo jamás será inventada, porque su inventor ya no nacerá, y la fotografía del pantano nunca será tomada.

Ni siquiera existe ya un motivo.

Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/3/2008.