viernes, 27 de septiembre de 2013

Pero, ¿cuál es la diferencia?


La idea de tablet no es nueva. El primer tablet comercial fue el GRiDPad de GRiD Systems, nada menos que en 1989. En 2001 Microsoft “reinventa” la idea e impulsa el desarrollo, por parte los fabricantes de hardware, del que se denominó “Tablet PC”. Básicamente eran portátiles con una pantalla táctil que se podía girar para colocarla como si fuera un cuaderno. Pesaban cerca de 2 Kg. y se manejaban con un lápiz. Se vendían entre un 50% y un 100% más caros que un portátil. Fueron un fracaso absoluto.
Muchos fabricantes se preguntan qué es lo que hace que un producto fracasado triunfe cuando Apple lo rediseña. La respuesta está, sencillamente, en el software. No es práctico usar una pantalla con un lápiz, que hay que sacar, que se pierde, que raya la pantalla. Los humanos estamos adaptados a actuar en el mundo con nuestras manos, que por cierto disponen de muchos dedos, es decir, son actuadores paralelos, y cuando funcionan coordinadamente permiten una velocidad de operación mucho mayor que un lápiz. Por eso se escribe más rápido con un teclado que con un lápiz. Con varios dedos, además, podemos realizar gestos complejos, como estirar, rotar, desplazar, etc.
Pero crear nuevo software es mucho más costoso que crear nuevo hardware. El desarrollo de hardware está a día de hoy muy mecanizado, mientras que el de software no. Hace falta un equipo de ingenieros muy especial para abordar problemas que no se basan en copiar soluciones ya existentes. Hace falta una infraestructura de desarrollo muy sólida y bien pensada para que un proyecto radicalmente nuevo no haga aguas por todos lados. Hace falta asumir el riesgo de fracaso del nuevo producto hasta las ultimas consecuencias, no a medias. Y hace falta reunir a un equipo multidisciplinar que se ocupe de aspectos que los ingenieros no solemos hacer bien, como el diseño gráfico y, sobre todo, la usabilidad.
Finalmente, lo más importante: hay que ponerse en la situación del usuario. Aunque parezca una perogrullada, la mayoría de los productos fallan en esto. Hay que crear prototipos y usarlos, para ver lo que no se ha hecho bien, y cambiar lo que haga falta. Y si quien los usa no es miembro del equipo de desarrollo, mejor.
Las críticas de la competencia demuestran hasta qué punto no se dan cuenta de lo esencial. Critican que el iPad no tenga USB, en un mundo de redes wifi. Critican que no lleve el Sistema Operativo de los portátiles, pero para eso ya están los portátiles. Critican que no tenga teclado físico, que no lleve ranura para tarjetas de memoria, etc. En definitiva, critican que no sea un portátil, ni mas ni menos.
Mientras tanto no se dan cuenta de que los elementos verdaderamente relevantes del fenómeno iPhone e iPad son el iPhone OS, que redefine el modo de interactuar con el sistema y las aplicaciones, y la Appstore, que dota a estos dispositivos de razón de ser y que sobre todo proporciona a los desarrolladores un sistema de comercialización como nunca antes lo habían conocido, dándoles un conjunto de potentísimas herramientas para que creen, y los libera de todo lo demás.
No sé cuántos tablets con Windows XP, Windows Vista y Windows 7 se han vendido en los últimos 10 años, y mucho menos cuántos se usan realmente como tablets y no como simples portátiles.
Apple vendió 250.000 iPads el primer día.
Publicado originariamente en Computación creativa y otros sueños (Libro de Notas) el 25/4/2010.